domingo, 30 de marzo de 2014

Crone


Mamá, aquella vez
levantaste la cabeza
y tragaste casualmente
    -era uno de esos maravillosos momentos
     en que no estabas pensando
     "me van a ver
     van a decir
     qué vergüenza"-
y yo vi
el encaje de tendones
en tu garganta
acariciada por los soles
de cincuenta amados años.
Nunca te he visto tan guapa
como aquel día, mamá,
en que no tenías miedo
ni rechazo
ni prejuicio,
tan sólo ese cuerpo
que parió a estas manos,
tu garganta envejecida
por medio siglo de recuerdos espléndidos.
Ojalá, mamá, lo supieras.
Ojalá pudieras verte con mis ojos.
Ojalá supieras que cada vez
que te ahogas en colágeno y dietas,
cada vez que permites al espejo y a la báscula
que te hagan llorar
cuarteas la superficie luminosa
de tu auténtica belleza,
aquella que tus hijas siempre han conocido
y que jamás dejarán de ver.
Nunca has sido más hermosa
que en ese momento en que has sido
sin miedo a ser,
madre con la piel marcada
con una sabiduría invulnerable
al odio y al desánimo.
Cada año en ti
es hermoso, mamá.
Ojalá lo supieras.

martes, 25 de marzo de 2014

Tú eres el adulto aquí


"'Oh, es que era tan sexy, ¡si lo estaba pidiendo! Oh, sólo era técnicamente una niña, se comportaba como una mujer'. ¡Qué fácil es echarle la culpa a una niña, ¿no?! Sólo porque una niña sepa imitar a una mujer, no significa que esté preparada para hacer las cosas que una mujer hace. Vamos, ¡tú eres el adulto aquí! Si una niña está experimentando y dice algo coqueto, la ignoras. No la animas a seguir".

(Ellen Page en "Hard Candy")

viernes, 21 de marzo de 2014

Stronger than you'll ever know


Soy más de lo que tú puedes ver, más, mucho más. Tú ves sólo una mujer, una personita, un corazón que late, un paquetito de piel. Pero oh no, oh no,

ESTOY HECHA DE RAYOS SOLARES, ESTOY PARIDA EN LA LUZ, MI ALMA ES UN ALARIDO, SOY INFINITA.

En mí palpitan los siglos y vibran las campanas del amanecer, en mi núcleo arden todas las noches, soy inmortal, soy eterna. Mi espíritu es una llamarada azul hecha de gotas de universo, y a través de mí cantan todas las almas, todos los sueños. La esencia profunda de mi yo es una cuerda tendida al infinito, mares y mares de estrellas. Soy más de lo que tú puedes ver, más, más, mucho más. Hoy me has humillado y te has reído de mí, porque no sabes escuchar en el eco de mi voz el grito de la Vida y el rugir del Tiempo. Pero ah, ¿quién eres tú, mezquino hombrecillo, para venderme barata? Nadie, no eres nadie.

Y yo, yo soy infinita.

domingo, 2 de marzo de 2014

Las formas del corazón


La estructura de una lengua no se cuestiona. Es como es.

Una no se pregunta por qué se sigue conservando la hache en castellano cuando es muda. Una no exige una explicación a por qué en francés las consonantes a final de palabra no se pronuncian, si no que se suben por el fondo de la garganta hacia la nariz. Una no critica el hecho de que en inglés el sonido de las vocales varíe de manera aleatoria. Y no es tampoco procedente criticar la coexistencia de la be y la uve, o la abundancia de reglas de acentuación, o el sofisticado laberinto de las conjugaciones verbales. Mesarse los cabellos ante la complejidad de la praxis lingüística y exigir una versión simplificada de su sistema no es, a mi entender, la manera adecuada de aproximarse a una lengua.

Las lenguas son como las personas: se las ha de aceptar como son, regalarlas, aportarles más y más, no exigirles que se automutilen para complacernos. Las lenguas están hechas para ser habladas, escritas, cantadas, enriquecidas, leídas y jugadas: están hechas para ser amadas. Las lenguas son seres por derecho propio, con sus propios ritmos y transformaciones, con sus evoluciones, su historia, su voz y su respirar, y sus formas, su ortografía, su gramática son un universo en el que no hay que apresurarse a meter los dedos. Son sus incongruencias y sus excentricidades las que componen su riqueza y las hacen únicas. Cada lengua es un encaje de presente y pasado, de páginas arrancadas, de libros incompletos, de órdenes gritadas y de nanas susurradas a través de los siglos, de errores que se convierten en norma, de sonidos fantasma y de curiosidad por el futuro, y toda ella existe en un delicado equilibrio que es a la vez más fuerte que todas nuestras opiniones sobre la eficacia de sus normas. Cada lengua que hablamos es más vieja de lo que nosotros jamás seremos, y no tenemos derecho a juzgarla.

Las lenguas no se cuestionan

Las lenguas se aman.