Oh. Oh, cuánto lo siento. ¿Acaso te incomodé con mi exigencia de respeto? ¿Te molestan mis lágrimas y mi humillación? ¿Por ventura mi puto estrés post traumático ha perturbado en medida alguna tu sacrosanto derecho a echarte unas risas a costa de otros?
Mil perdones. Mil excusas. La próxima vez iré a sentirme como una mierda a otro rincón para que no tengas que recordar que eres una persona horrible, para que ni siquiera tengas que replantearte tu vida y tus privilegios; la próxima vez me callaré para que no sepas que no, no eres un un buen tío.
OH DIOS, TE VAS A IR A LA MIERDA. TE VAS A IR TANTO A LA MIERDA QUE VAS A TRASCENDER LA MIERDA Y VAS A CONOCER LOS MÁS RECÓNDITOS INTERSTICIOS DEL PROPIO CONCEPTO DE LA MIERDA. TE VAS A IR TANTO A LA PUTA MIERDA QUE ACABARÁS POR HACER LA VUELTA COMPLETA Y A DARTE CUENTA DE QUE LA MIERDA ERES TÚ.
Buenas noches, Valencia.
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