domingo, 19 de mayo de 2013
Agresión sexual
Mas no hubo simbolismos,
moral, Biblia o código penal
que atenuara lo que pasó,
ninguna leyenda ni suicidio ritual;
sólo la realidad fea de una carne humillada,
de un cuerpo robado,
de un dolor que iba más allá de la vagina escarnecida
y se asentaba en la voluntad que no fue,
la sensación atroz de no ser,
de no contar,
de no importar más que como objeto de burla,
como un juguete entre las zarpas
de un Chesire misógino.
No te lo tomes así, mujer.
Es una broma.
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