martes, 16 de octubre de 2012

Un cierto sabor a maldad


El mes pasado vi al Demonio. Quedamos para tomar el té. Levantó la tetera al rojo con las manos desnudas y sirvió en mi taza un Pu Ehr ardiente y rojizo como el infierno.
-El té me recuerda al hogar –dijo sonriente, y yo estuve de acuerdo, aunque probablemente por razones diferentes-. ¿Sangre, querida? –inquirió, levantando un elegante jarrito para la leche. Dije que sí, por supuesto.
Durante toda la velada estuvo mirándome con esa sonrisa pícara por encima del borde de su taza. Su rostro era hermoso y cruel como la primera luz del alba, y estaba teñido por el sabor terroso y metálico del té que me había servido.
En un momento dado le sonreí, y mis dientes deben de haber estado rojos por la sangre, porque sus ojos chispearon, risueños.
-¿No estás asustada, querida?
-No, para nada.
-¿A pesar de que sabes quién soy?
-Justamente por eso –expliqué-. Tú no eres humano. Los humanos dan miedo porque son imprevisibles. Igual te quieren que te traicionan.
-¿Te incluyes?
-Me incluyo –proseguí-. Tú, por el contrario, eres lo que eres. Nadie osaría escandalizarse de que le sirvieras sangre en el té, o de que le mordieras una arteria, o qué sé yo. Eso es lo bueno de ti. Saberlo me tranquiliza.
-Entonces, no me temes.
-No. Te acepto como eres. Eres un cabrón sádico, pero me gustas así.
-Pero qué postura tan interesante. ¿Cómo le llamáis los mortales a eso?
-Amor, supongo.
-Oh. Desde luego, los mortales sois muy curiosos –dijo, y sonrió serpentino.
Cuando se acabó el té, me tiró sobre la mesita y rodamos entre los cupcakes, jadeando y gritando y haciendo cosas tan innombrables como deliciosas. Sus besos sabían a té, a sangre y a algo más; gratitud tal vez, incluso cariño. Me dormí sobre el mantel, cubierta de sangre y glaseado de limón, ahíta de placer y azúcar.
Ahora, cada vez que huelo a Pu Ehr, mi sexo se hincha y humedece, excitado por los recuerdos. Cuando noto el sabor de la sangre, sin embargo, se me hace un nudo en la garganta y son los ojos los que se me humedecen, con lágrimas de una emoción más inconfesable que cualquiera de las perversiones a las que hayamos podido jugar. A veces me muerdo la lengua a propósito, y cuando la sangre fluye, metálica, mi corazón se acelera.
Creo que estoy enamorada.

9 comentarios:

  1. Mira que hacía tiempo que no entraba a los blog, pero he visto tu publicación en face y he entrado XD Joder, tengo que reconocerlo, el final pone a cualquiera XDDDD

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  2. Cachis, me esperaba muchas cosas de este cuento, pero desde luego no cachondez general. Estáis locos, chicos (tono de Goyo Jiménez en monólogo sobre los yanquis XD).

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  3. Por las barbas del Emperador de Jade! COmo esta el patio es postear algo con contenido sexual y el blog recobra la vida de antaño. Yo tambien he posteado, ¿Casualidad? No lo creo XD

    Tzunki, señor del Agua en la tierra de la lluvia.

    Pd: Hoy cosa rara he tenido un dia Light jeje

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    1. Ya ya ya, pero Felis Catus tiene mil veces más sexo (y explícito) que esta y sin embargo no corristeis a comentar en su momento. Una manga de vagos es lo que sois XDDD

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  4. Eso iba con doble sentido? XDDD

    Tzun

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    1. No, pero sabía que era inevitable que alguien lo preguntara si usaba el verbo "correr" XD

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  5. Me ha gustado el relato y tu forma de narrarlo. No esperaba que fuera a terminar así entre té, sangre y glaseado de limón.

    Coincido en la idea de que por lo menos se sabe que se puede esperar de él. Hay personas de las que nunca sabes y sabrás lo que esperarte.

    Un saludo.

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    1. Muchas gracias por tu apreciación y por pararte a leer. No, hay gente de la que no sabes qué esperarte, tienes razón. Por otra parte (y aquí habla otra faceta de mi personalidad que NO se tiró al diablo), si siempre lo supieras, tampoco tendría gracia conocerla ^^

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