Durante el día, Dios y Satanás luchan en el cielo por la supremacía. Y todo cuanto existe se estremece con la vibración de su batalla inmortal. Podréis verlos, si os fijáis bien: mirad el cielo y veréis sus estelas entrelazadas como dos serpientes entre las nubes. Si sois lo suficientemente atentos, sentiréis el suelo polvoriento latiendo a cada estocada. Todo procede de esta batalla: la luz del sol, el fuego y las palabras. Nada podría detenerlos, porque el movimiento es su destino.
Pero por la noche, los dos combatientes se estrellan contra la tierra y se hacen el amor desesperadamente. El denso rumor del silencio es el aliento de sus abrazos. Y en ese momento las parejas copulan, las mujeres se quedan embarazadas y las flores nocturnas se abren y exhalan su perfume del Otromundo. Durante las horas de profundo azul, Dios y Satanás se aman sobre el asfalto y de su unión procede aquello que no se ve: el lado oscuro del sol, el gajo oculto de la luna.
Porque el día es para la batalla.
Pero la noche pertenece a los amantes.
Música: Because the night (versión de Cascada... aunque algunos podrían matarme por ello, lo sé)