Una vez, hace tiempo, soñé que estaba en el salón de mi casa y escuchaba a alguien tocar el violín. Mi edificio está lleno de matrimonios entre los cuarenta y los sesenta y de niños que no sobrepasan los doce; como mucho alguno de ellos tocará el bombardino, pero poco más, por eso me sorprendí y me acerqué a la ventana para ver qué había cambiado. Girando la cabeza hacia la izquierda podía ver la cristalera del salón del apartamento aledaño. Y en la ventana había una chica. Iba vestida de lolita, con un traje blanco y negro, y su cara era pálida y afilada. Sus ojos almendrados estaban oscurecidos con sombra negra, pude observar justo antes de que levantara la mirada y me viera. Me sonrió, con la mejilla aún apoyada en la madera pulida del violín. Y me sentí feliz de que me sonriera.
El resto del sueño es menos típico y más irracional, como buen sueño: me invitó a su casa, me enseñó su habitación, me maquilló con una curiosa colección de afeites, nos sentamos a charlar en su cama de dos plazas con sábanas psicodélicas bajo las cuales por alguna razón acabé metida con su hermano mayor, y terminé conociendo a su madre (muy simpática, por cierto) mientras huía por el pasillo envuelta en el cobertor de colorines saltando por encima de unos cuantos preservativos negros usados.
Me desperté feliz, como si realmente acabara de hacer una amiga nueva, con los sentidos exaltados. Los sabores eran más fuertes: el queso más salado y la mermelada más dulce. Entonces me di cuenta de que ya conocía a la lolita de la ventana; era la chica de cara afilada y grandes botas de guardia civil que había visto muchas veces por la mañana en la estación, esperando al metro de las ocho y cuarto. Solía llevar unos auriculares de diadema enormes, de color rojo brillante, y de vez en cuando movía el brazo en una floritura de para-para (estoy segura de que no era tektonik, no con las botas de guardia civil, la minifalda escocesa y la corbata con imperdibles). A veces nos echábamos miradas furtivas, porque éramos las dos únicas personas vestidas de forma curiosa en la estación. Siempre deseé hablar con ella y nunca me atreví. Antes del sueño ya llevaba tiempo sin verla, y después ya no la vi más.
¿Quién era ella? ¿Y por qué siento que la quiero si ahora ni siquiera tengo claro si estuvo ahí?
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Ella es tu feminidad.
ResponderEliminarTu subconsciente usa los símbolos que considera para llamar tu atención.
En este caso, una estética que te puede ser afín, el sexo y la familia.
Quizás la Emperatriz en el fondo desea ser una Princesa.
Os Saludo!
Chica, al final si voy al Salon, pero solo el sabado (ida y venida en el lolibus, te imaginarás por qué del nombre xD). Tendrás que describirme esa ropa, porque Misa-misa NO es lolita... xD 8supongo que ya lo sabes, pero por si acaso)
ResponderEliminarAndré, ¿por qué piensas que mi feminidad intenta llamar mi atención desde mi subconsciente? Dado que das por hecho que mi "deseo de ser princesa" está enterrado profundamente, debes de pensar que soy eso que algunas personas llaman "marimacho", o que tal vez doy al mundo una apariencia de chica dura, negando mi natural condición de mujer. No te equivoques. Hace mucho tiempo ya que me di cuenta de que la idea de "feminidad" no es más que una construcción cultural, y que no correponder a ella no me hace menos mujer; mi cuerpo tiene un sexo, y esa es toda la feminidad que realmente existe. El maquillaje, los vestidos bonitos, el pelo largo, como la dulzura, la tolerancia y la comprensión, son atribuciones relativamente modernas, y ya me he extendido sobre ellas en otras entradas.
ResponderEliminarEn resumidas cuentas, André... ¿por qué iba querer ser una princesita remilgada, pudiendo ser Emperatriz y coger las riendas de mi vida?
(Neko, quién ha hablado de Misa-Misa? O.o)
Era por ejemplificar y que captaras rápido lo que quiero decir... vamos, que una quinceañera de Salón del manga embutida en un vestido de tul que enseña más que tapa y un mini-hat NO es lolita, al menos no en el sentido que nosotras entendemos xD
ResponderEliminarEsto... me he perdido ToT
ResponderEliminarEl loli-bus? Neko vas con fidel y el resto de lolitas y modelos?
ResponderEliminar¡¡YEAH!! (estoy emocionada por ello :_D)
ResponderEliminarAms... entonces quizas conozcas a Neerai, una amiga mia que tambien va en el loli-bus
ResponderEliminar¡¡YEAH!! (x2)Tengo ganas de ver la cara del conductor cuando nos dispongamos a subir treintaypico lolitas...
ResponderEliminarMuhahahaha. Acuerdate de hacer una foto para que la veamos, eso no tiene precio.
ResponderEliminar¡Eh! ¡Que yo quiero saber qué quería decir Neko con lo de MisaMisa! ¡No me ignoréis! \\\(>.<)///
ResponderEliminarAy, esos amores a primera vista en las estaciones de tren... bueno, "amores" no sería la palabra, pero es que no sé cómo llamarle ^^U. Esa sensación de ver a alguien en el andén de enfrente y sentir que necesitas saber quién es, por qué está allí... precisamente yo estaba preparando unas páginas de cómic con esa base O O (páginas que debería retomar... ¿por qué seré tan poco disciplinada con mis proyectos T T?). Interesante el sueño (que conste que no es porque salga una lolita, ¿eh XD?)
ResponderEliminarPS: Ayy, qué maravilla, un Loli-bus... igual logran convencer al conductor para poner lacitos en los retrovisores X3!!!
Pues yo, mira, me imaginaba al Loli-bus con un un lazo gigante en el techo XD
ResponderEliminarEn serio también te pasa lo mismo? Qué bien ^^
No creo que nos dejen xD (pero por mi lo haria)
ResponderEliminarB: quién lo sabe? quién sabe cómo funcionan esas corrientes subterráneas que nos gobiernan?
ResponderEliminarMe gusta pensar que las semillas que plantamos de pequeños permanecen ahí para siempre, algunas germinan, otras no, quedan ahí en estado latente, pulsando.
No crees tú también que el subconsciente nos domina completamente? aunque nuestra razón "racional" sea lo que percibimos? Hablo en serio, eh :D
Te suene la historia de Lilith?, la primera mujer? sino has leído sobre ella,hazlo estoy seguro que te gustará. No te pares en la parte de la mitología hebrea donde es una vampira comebebés, hay mucho más detrás, eso sólo es la demonización que hizo el hombre de su imagen.
En otro orden de cosas, conoces la historia de los Nephilim? No sólo salen en la biblia, en muchos otros libros religiosos (el libro de los muertos, los vedas, etc...). Supuestamente ellos (los ángeles caídos como los llamaron después) enseñaron al hombre a hacer herramientas y a ser agricultores, y a la mujer a maquillarse entre otras cosas.
Hablo de esto, porque lo de maquillarse es antiquísimo (mucho antes de los de egipcios) y me resulta curioso ese simple hecho "que una mujer quiera estar guapa"
Perdona por hablar tanto, estoy aburrido. :)
De hecho, gracias a la Wicca, los cultos neopaganos y todo eso, hoy en día entre la gente de a pie predomina la visión de Lilith como primera mujer de Adán expulsada por negarse a la sumisión, en lugar del de diablesa comebebés. Es más, yo la conocí a los dieciséis en un libro llamado "Lilith nunca estuvo sola" que recogía diversos testimonios reales de mujeres que no necesitaban a un hombre a su lado para sentirse completas y cuya mayor inquietud no era estar guapas para atraer a uno.
ResponderEliminarLa costumbre de maquillarse es muy antigua, y extensiva a ambos sexos, no sólo las mujeres se han maquillado, tatuado, peinado, adornado y perfumado a lo largo de los siglos, los hombres también. Aunque creo que ya lo dejé claro en la entrada en la que hablaba al respecto, no estoy en contra del maquillaje ni del adorno corporal, si no de su presencia como obligación en el ámbito exclusivamente femenino, especialmente si es incómodo o doloroso y si genera remordimientos al no ser aplicado. Pero, como ya he dicho, EL ADORNO NO ES EXCLUSIVAMENTE FEMENINO Y NUNCA LO HA SIDO, esa es una concepción europea y bastante moderna.
Sí, yo creo profundamente en el poder del subconsciente y en que hay cosa que no podemos ver ni medir, pero que nos afectan. En lo que no creo en absoluto es en que:
-1: Exista una feminidad definida como tal.
-2: En el caso de que exista, de que esté relacionada con la belleza (normalmente artificial)
-3: De que dentro de mí haya una princesa llorando por salir.
Yo también quise ser una princesa de pequeña, como todas, pero he crecido. Y ya sabes lo que pasa con las princesas que se hacen mayores: aprenden a pelear, se ponen la corona, se sientan en el trono, cabalgan en primera línea de batalla y gobiernan su propio reino. Y se dan cuenta de que "estar guapa" es una fruslería que no las salvará cuando empiecen a llover las bombas.
Eso sí que es fascinante, ¿no crees?