martes, 1 de diciembre de 2015
Mañana
Han pasado tantos años
y aún hay noches en las que temo
a tu recuerdo de largos dedos
agazapado bajo la cama.
Ha pasado tanto tiempo.
Tantas cosas han cambiado.
Este ordenador ya no es el ordenador
de aquella vez;
esta yo ya no es la yo que fui.
En la mañana temprana,
con su luz blanca y fría como leche,
cuando el té aún humea, caoba al fuego,
y yo sólo creo, creo y transformo sin que nadie me juzgue,
en la mañana en que por fin sé quién soy
y puedo ver con claridad las sendas
que se esconden en la maleza
doy gracias con las manos alzadas
por ser libre de ti.
Atrás han quedado tus sonrisas tóxicas
y tus uñas como navajas;
atrás han quedado los horrores que me prometías
cubiertos de purpurina.
Sigues siendo el monstruo en el armario,
pero yo viví.
Yo viví.
Y aquí estoy,
mañana temprana,
té que humea,
futuro incierto,
pero con la profunda convicción
de que ya nunca vendrás a por mí.
He crecido, jardinero desgraciado.
He crecido.
Y estas cicatrices no son puntos para tu equipo.
Son galones para mí.
Quizá nunca sea libre del todo
de tu sombra en el pasillo;
eres un monstruo, lo sé bien,
y tus dientes dejaron marca en mis pesadillas.
Pero yo viví para ver otra mañana.
Viví, viví, viví,
hijo de puta,
viví y estoy aquí.
Y tú hoy no me reconocerías.
Te he ganado.
Hace tiempo que no escribo poesía, pero hoy me he alegrado de ver que no la he perdido. Ayer durante una sesión de terapia saltaron varios recuerdos sin analizar, varias consecuencias quedaron claras, varios nexos se establecieron; hoy yo sigo siendo pequeña y temblorosa, pero vivo una mañana más. He tenido miedo, tengo miedo (dios, cuánto miedo tengo) pero vivo.
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Menos mal que evolucionamos y sobrevivimos a tanta toxicidad, aunque el miedo perdure.
ResponderEliminarPor desgracia hay heridas que duelen siempre, pero podemos seguir adelante a pesar de ellas, sí.
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