Ni siquiera los golpes te van a quitar esa ira. Tu propio bolígrafo sangra como sangran las palmas de tus manos al clavarles las uñas y como sangran tus dientes al apretar la mandíbula y como sangra tu estómago cuando se aprieta la cólera. Ningún golpe, ningún grito va a curar el ácido en tus venas ni los cuchillos en el fondo de tu garganta. Nada puede salvarte del puño que te estruja la tráquea hasta hacerla llorar. ¿De dónde sale esta energía negra que no se transmite ni se transforma, sólo crece y crece alimentándose a sí misma hasta ulcerarte por entero? Nada puede contener este pútrido vómito de terror. Nada. Y la ira ni siquiera te concederá la gracia de matarte.
Estoy pasando a máquina los poemas de mis antiguas agendas de la universidad (he dejado las del instituto para después porque requieren una criba más meticulosa), y he encontrado esto.
No os preocupéis, todo acabó bien.
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Me viene genial leer esto justo hoy. Me alegro de que todo acabara bien ;)
ResponderEliminar¡Me alegro de que te viniera bien, entonces! Quién iba a decirlo ^^
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