Cuando tienes quince años y eres virgen, las voces dicen "no tienes que hacer nada que no quieras, tu cuerpo es tuyo". Y también dicen "da igual lo que hagan tus amigas, tienes derecho a decir no". Y dicen "si él te amenaza con dejarte si no accedes, no te quiere", y "nadie puede obligarte, la decisión es tuya".
Cuando ya has perdido la virginidad y has crecido, las mismas voces te dicen "¡Egoísta! ¿Cómo puedes quitarle a tu marido la ilusión de un hijo?" y "tú no eres quién para decidir si quieres tenerlo o no" y "ya verás cuando crezcas cómo querrás tener uno". Y también "no digas tonterías, todas las mujeres lo hacen". Y también "si él quiere tenerlo, lo tendrás". Y a nadie le importa.
Pues tengo algo que deciros: mi cuerpo sigue siendo mío, da igual cuántas malditas pollas haya acogido, da igual con quién elija compartir mi vida, da igual mi plan de futuro. Este cuerpo es mío y de nadie más, y sólo yo puedo decidir sobre él. Mis pechos me pertenecen, mi vagina y mi útero también, y si lo tratasteis como un vaso de pureza cuando estaba sin estrenar, y si lo alabasteis como un receptáculo sagrado ante la posibilidad de un embarazo, lo seguiréis tratando con respeto ahora que yo elijo. Porque sólo yo puedo hacerlo. Porque yo soy mía.
jueves, 14 de junio de 2012
lunes, 4 de junio de 2012
Silueta
Tú, despojada de todo; sólo entonces existes. Tú, núcleo
mágico, gota incandescente revestida de perfumes y abalorios, mas tu sola
palabra basta. Tú eres tanto como puede serse, yo acallo mi voz a un susurro de
plata que apenas dibuje tus formas. Tú hablas por ti misma. Tú, viva sin mí.
Tú.
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