martes, 24 de noviembre de 2009

Iron Maiden


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Era la chica más guapa que nadie había visto por ese pueblo nunca. La mujer más hermosa que habían visto, eso era. No sólo tenía rasgos armoniosos, si no que en cada rincón de su ser, en el color de sus ojos, en la forma deliciosa de sus labios, en las curvas de su cuerpo perfecto, en sus andares, se escondía el secreto de aquello que los mortales llamaban belleza. Decenas de ojos la seguían por la calle cuando paseaba y sus admiradores paladeaban su nombre como si de una golosina se tratase. Ya había rechazado a unos cuantos. Todos creían que era la típica belleza frívola y cruel, empeñada en romper los corazones de los hombres. Pero nadie se había molestado en hablar con ella.

Por las noches, cuando el pueblo dormía, la mujer hermosa se enfundaba los guantes y el delantal de cuero, y trabajaba el metal con ahínco. Batía con el martillo las piezas incandescentes una a una, las enfriaba, las moldeaba, las acoplaba unas a otras. No fabricaba joyas con que adornarse: su casa estaba llena de objetos fantásticos, algunos delicados, otros grotescos, creados por ella. Nunca era tan feliz como cuando golpeaba una y otra vez contra el yunque, empapada de sudor y manchada de hollín, el brazo tenso, los dientes apretados. Sentía el gozo de crear la belleza como un regalo de los dioses. Y se preguntaba por qué, a cambio, la habían castigado con un cuerpo tan bonito.

Porque nadie sabía nada de ella. Incluso aquellos jóvenes que deliraban de amor bajo su ventana y que lloraban amargamente su rechazo, llamándola ninfa, furia, arpía, sabían de sus anhelos, de sus ideas, de qué la hacía feliz. Ni siquiera conocían la existencia de su ejército de maravillas y espantos de acero, con los que ella jugaba por las noches, ebria de soledad. Nadie veía más allá de su cara preciosa y de su refulgente carne. Para ellos era sólo una mujer hermosa, nada más les parecía importante de ella. Y la chica más guapa que nadie había visto lloraba a pulmón partido cuando le daban la espalda, odiando su maldita suerte, la criatura más sola del mundo.

Un día, uno de sus pretendientes, herido en el orgullo al ser rechazado por enésima vez, le espetó a la cara lo que nadie se había atrevido a decirle. “Demasiado guapa”, masculló lleno de rencor. “Lo tienes todo y crees que te mereces algo mejor que alguien vulgar como yo”. Y algo dentro de ella se quebró. Con un aullido de ira, les escupió en las mejillas y lo apartó de un empujón con una fuerza que el muchacho no se esperaba de una chica tan bonita. Entró en su casa al galope y echó el cerrojo, los ojos llorando de cólera. Cruzó los pasillos repartiendo patadas a diestro y siniestro, desbaratando la perfecta armonía de sus amigos metálicos, dispuesta a acabar con todo de una vez. Entró en el taller y sin calzarse los guantes ni el delantal encendió la fragua y colocó la pieza en la que había estado trabajando la noche anterior. A cada martillazo, chispas y ardientes esquirlas salpicaban su delicada piel, marcándola para siempre y provocándole un exquisito dolor, pero no se detuvo; en su rostro bañando en sudor se veía una salvaje expresión de triunfo. Cuando consideró que la pieza estaba lista, la dejó enfriar en un barril con agua y echó mano de unas tijeras con mango de marfil que estaban al rojo vivo en la fragua.

En el tocador se asomó al espejo y miró su cara. Aun bañada de sudor y enmarcada por una melena de loca, seguía siendo preciosa. La mujer más bella del mundo. Escupió a su propio reflejo, odiándolo como jamás había odiado ser vivo. Y después, sin mediar gesto, se metió las tijeras abiertas en la boca y se rajó la mejilla hasta el pómulo. Gritó, y acto seguido aplicó el metal aún ardiendo sobre su ojo y pómulo derechos, dejando un alargado valle de carne chamuscada. Tardó algo más de lo esperado, y al separar las tijeras algunos fragmentos de carne adherida al metal al rojo se desprendieron, dejando caer un reguero de sangre sobre su regazo. El párpado quedó entero, pero irreversiblemente apergaminado, como la piel de un pescado al palo. La ex mujer más hermosa del mundo sonrió al espejo con su nueva sonrisa, enseñando los dientes tintos en sangre. Se levantó trastabillando y volvió al taller. En el barril aún estaba la piececilla que acababa de terminar, ya fría; la cogió amorosamente y la llevó al banco de trabajo, donde la ensambló con cuidado en el artefacto al que estaba destinada. Una mano izquierda mecánica, exquisitamente planeada sobre un sistema de muelles y bielas, lista para moverse, como el primer ser de barro esperando a que un dios lo tocara para infundirle vida. Puso su mano verdadera junto al ingenio mecánico. Estaba segura de que funcionaría, ya la había probado. Sólo necesitaría hacer las ligaduras necesarias, y sabía hacerlas.

Del cesto de las herramientas grandes cogió el hacha más pesada y se dirigió al yunque. Cualquiera que, impotente, la hubiese contemplado entonces, habría visto un monstruo pavoroso, embadurnado de hollín, sudor, babas y sangre, surgiendo de entre las llamas del infierno con un arma de espanto en ristre y mostrando su hórrida dentadura. Habría asegurado, traumatizado para siempre, que el brillo en sus ojos era maldad pura.

Pero eran lágrimas de felicidad. Cayeron sobre su muñeca izquierda antes de que bajara el hacha.


El pueblo en pleno tardó toda una generación en sobreponerse a la desgracia. ¿Por qué, se preguntaban, los dioses habrían dado vida a una criatura tan perfecta para luego arrebatarle todos sus dones? Pobre, pobrecita niña tan linda, qué había pasado, qué le habían hecho… nadie se atrevió a preguntárselo. Pronto descubrieron que en realidad pocos hablaban con ella, aparte de las frases de cortesía o los halagos apasionados de sus enamorados. Si alguien sintió vergüenza al darse cuenta, no lo demostró. Y la vida en el pueblo, a pesar del horror colectivo, siguió.

Desde entonces, los recién llegados siempre se detenían a observar disimuladamente a la mujer de la cara desfigurada que empujaba su carrito, lleno de juguetes y artículos de metal, dando vueltas por el pueblo y sus alrededores. A pesar del temor de los niños y de la repugnancia encubierta de los adultos, siempre acababa acercándosele alguien a comprar una cuchara, una sierra, o tal vez una flor modelada delicadamente en hojalata, y en seguida surgía la conversación. Y el visitante descubría su voz profunda y cálida, su sonrisa torcida, su sentido del humor, con una broma siempre a flor de labios. A veces, para divertir a un niño reacio, modelaba en el momento algún animalito con alambre, moviendo diestramente sus dos manos, la orgánica y la mecánica. La mujer monstruosa se ganaba en seguida a cualquiera. Al alejarse, los recién llegados se encontraban con los murmullos de la gente del pueblo y las antiguas fotos. “Era más guapa, guapísima, pobrecita…” Y los visitantes convenían en que era una lástima. Sin embargo, nuevamente nadie le preguntaba su opinión.

Porque la muchacha mutilada, cuando andaba los caminos con su cargamento de ingenios, el pelo acariciado por el viento, y regalaba parte de su creación a quienes la necesitaban, era más feliz de lo que pensó que jamás sería. Había nacido para dar belleza al mundo y por fin se le permitía hacerlo. Nunca se había sentido tan hermosa.

14 comentarios:

  1. Qué bonito O O... y qué triste que para demostrar lo que valía realmente tuviera que destrozar la máscara y obligar a la gente a ir más allá. Tan triste como cierto U U... Bueno, por lo menos tuvo ovarios y al final logró lo que quería.

    Me gustó porque yo entiendo ese sentimiento suyo de querer ofrecer belleza al mundo...

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  2. No lo pongo en duda, Charlie, nada más hay que ver tus diseños ^^
    Y, bueno, ya sabes, a veces las personas sólo reaccionamos y aprendemos a leches. Alguien tenía que hacerlo. Ya me apetecía escribir algo con final feliz XD

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  3. Qué buscas para encontrar esas fotos con las que adornas las anotaciones? xD

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  4. En este caso las dos imágenes las tenía ya en el ordenador, sólo las pegué cutremente con Photoshop y lo disimulé con un par de efectos.

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  5. Oh, Neko, no llores, ¡que todo acaba bien! XD

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  6. ¡NO! Tiene la cara deformada >_< ¿Por que tiene que deformarse la cara? ¡Es suya! ¡Que se hagan la estetica los demas! xD

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  7. Por eso se la deforma, coño, porque es suya y se la folla cuando le da la gana XDDDDDD

    No, en serio. La historia tiene un final feliz porque ella se libera de los prejuicios y del acoso de los demás. La belleza no significaba nada para ella, la hacía desgraciada porque nadie se molestaba en conocerla o en quererla por lo que era. Aquí la pérdida de la belleza no es una tragedia, si no un triunfo más bien, la victoria del ser humano sobre la superficialidad de un cuerpo. Ya sé que para ti es un desastre XD, pero oye! Ella es feliz, anímate XD

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  8. Es que soy una egoista :D. Si alguien tiene que cambiar son ellos, asi que, nada, re-escribe eso xDDDD (es broma, es muy bonito... pero adoro la belleza y lo sabes ^^U. También hay que tener en cuenta MI concepto de belleza...)

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  9. O_o Para eso me preguntaste si al cortar con un metal al rojo vivo sangrava la carne o cauterizaba.

    Bonito relato, y e de admitir que la tia tenia un par de ovarios del carajo inflingirsesemejante dolor y no perder el sentido, eso y pedazo genio del mal... ¿en bellas artes enseñan bio-mecanica y robotica, si es asi me matriculo este año XD?

    Solo hay una cosa que no me cuadra si alguien se deforma de esa maner nadie se le suele arrimar mas que lo justo y te reuyen... es el unico punto flaco que le veo. Que la gente que te rodea es imbecial? dejalos alguno encontraras que valga la pena.

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  10. Verás, la chica es herrera, es decir, no es artista, si no artesana. Eso conlleva un dominio técnico de aquello a lo que te dedicas y no sólo un fin estético.

    Y no la rehúyen porque la necesitan, ella es la que les vende los enseres y las herramientas ^^

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  11. Perdona, pero me resulta extraño ese comportamento de automutilacion. No lo puedo evitar, ella era una persona buena y habil en su trabajo, no entiendo porque debia sufrir ella, porque debia de mutilarse... ella se sintiera mejor despues o no da igual. No merecia un destino asi.

    Nunca entendere porque deben de sufrir las personas que aportan bien... es solo eso. Odio no comprender las personas.

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  12. Tzunki, sólo ves la mutilación como algo malo y que no puede aportar nada más que sufrimiento. Eres biólogo; piensa en un parto, ¿acaso es incomprensible que una mujer se someta a ese terrible dolor sólo para expulsar a otro ser destinado a ser desgraciado al mundo? Lo hace, y a veces varias veces, para dar a luz a una nueva vida. Y seguro que los hombres también lo harían si pudieran. En este relato, el dolor es una vía para llegar a una vida nueva más satisfactoria.

    Sí, puede ser injusto que sea ella la que tenga que sufrir. No te lo negaré. Pero es ella la que decide cambiar su vida y hacerse valer, destruyendo lo único que sus ignorantes vecinos valoraban, para obligarles a ver a través del horror sus verdadera valía. Es ella la que elige. Es ella la que es activa y hace una diferencia.

    Te pondré un ejemplo: cuando iba al insituto, los típicos chulitos se metían conmigo, me tiraban cosas, me daban empujones y me escupían por vestirme raro. Pero yo seguí haciéndolo (y cada día más), a pesar de que eso me granjeaba más maltratos. Yo no iba a agachar la cabeza y ser una pija mona sólo porque ellos lo desearan. Iba a ser yo y eso valía todas las zancadillas del mundo. Esa parte de mí se refleja en este relato. Y tal vez si lo lees de nuevo encuentres algo de ti en él. O al menos eso espero...

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  13. Si, desgraciadamente me veo reflejado. Por eso me cuesta sentir lastima siquiera por ella, es una mezcla de asco y odio.

    Pero aquella fue una etapa de mi vida, una vida que continua...

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