jueves, 21 de noviembre de 2013

Carencias en la educación y puñetazos en la boca

Mi entorno está lleno de pseudo-progresistas. Niñatos blancos heteros que, cuando toca exigir laicismo en la educación, criticar religiones en general, exigir dimisiones o tocar a rebato por acciones fascistas, se desgañitan vivos. Pero en cuanto hablas de desigualdad de género, de derechos LGTB, de la cultura de la violación, del racismo institucionalizado, de todos esos putos privilegios que se les caen por las orejas por el mero hecho de ser hombres, heterosexuales y blancos y vivir en el puñetero primer mundo, te mandan a la mierda a una velocidad de vértigo. "¿Día del orgullo gay? ¿Para qué? Ni que estuviéramos en el franquismo" "Pffff, el día de la mujer trabajadora; si ya podéis votar y trabajar, ¿qué más queréis?" "Tío, yo no soy racista, pero los gitanos son así, que no se integran".

Una persona no tiene la culpa de haber nacido en un ambiente privilegiado, ni de tener las cosas fáciles.

Sí que la tiene cuando da sus privilegios por hechos y les dice a otros grupos menos afortunados lo que deberían necesitar/querer/sentir/exigir.

Y desde luego también la tiene cuando se comporta como un capullo insensible.

Ya vale.