lunes, 29 de marzo de 2010

El lamento de Salomé

Me quitaron la voz, me quitaron los deseos, me prohibieron la lucha, me arrancaron la fuerza, me forzaron la voluntad, me vetaron el poder, me humillaron y odiaron, me enseñaron a no ser nada...

¿Aún piensas condenarme por buscar alguna autoridad ofreciendo mi cuerpo?
Querido mío, ¿no ves que no me queda nada más?

lunes, 8 de marzo de 2010

Haciendo cine (mentalmente)


A veces me cago en todo por no ser James Cameron y no tener un montón indecente de pasta y un millar de productores besándome el culo para financiar mi película. A veces me odio por no saber escribir guión para cine y porque, aunque supiera hacerlo, ni Spielberg ni Amenábar querrían mi trabajo. A veces me mosqueo la mar de mosqueada porque no es justo que yo sea una mindundi que se traga películas malísimas en las que se destroza el argumento hasta que pide piedad llorando, y esos peces gordos vayan por la vida haciendo cine e impactando al espectador. Me enfada muchísimo porque yo, joé, ¡yo tengo unas ideas estupendas! Si fuera ellos, si fuera George Lucas o Peter Jackson o Jerry Bruckheimer (¡ah, caray lo que haría yo con la pasta de Jerry Bruckheimer!), demonios, incluso Chris Columbus si me apuráis, con eso me vale... yo haría cada película...

Haría una película de terror cuya primera escena se situase ocho horas después del inicio de la trama. En una habitación oscura, una cámara al hombro con foco se acercaría a alguien encadenado por las muñecas al techo, llorando y gritando, suplicando por piedad. Los gritos subirían de tono mientras más se acercara la cámara: con el grito culminante un corte brusco mostraría a esa misma persona, sentada en el portal de una casa, alzando la cabeza con curiosidad ante las campanadas de una iglesia que anuncian las cinco de la tarde y levantándose para dirigirse a una cita con un grupo de desconocidos. Un rótulo en la parte baja de la pantalla indica que son ocho horas antes a la escena que acabamos de ver.

O haría una película sobre cuatro adolescentes, una pintora, una escritora, una músico y una actriz, amigas que sólo tienen en común que cada una posee un par de Converse negras. Cada una sigue su propio camino en sus relaciones, sus aspiraciones y sus luchas, dejando entrever que al final acabarán separándose. Durante toda la película aparecerían elementos surrealistas de diferentes colores y texturas que caracterizarían a cada chica: partituras flotando en el aire, ríos de burbujas irisadas surgiendo del pelo de alguien, flores creciendo de la piel, chorros de agua ingrávidos, caminatas en los techos, besos y mordiscos que se vuelven fluorescentes sobre los cuerpos bajo la luz negra. Si tuviera un tráiler, tendría que robar los derechos de la versión extendida de Passion, de Hikaru Utada, pero valdría la pena.

También haría una comedia sobre una pareja que se va a vivir al mismo piso al día siguiente y mientras termina de hacer las cajas de la mudanza, rememora juntos y por separado los diversos momentos de su relación, mostrando una adolescencia y juventud más frikis y menos "sexodrogasyembarazonodeseado" de lo que le gusta ver a la gente. Una escena obligada, sin embargo, sería el famoso "pues nosotros éramos mucho más responsables a esa edad" seguido de una escena de la pareja y sus amigos un par de años más jóvenes riéndose borrachos alrededor de la mesa de un pub heavy lleno de humo, con la cámara girando a lo "That 70's Show", para acabar con algún que otro vómito.

O... me encantaría hacer una serie de anuncios estatales para la televisión. Todos seguirían el mismo esquema: un gótico, un bakala, una chica musulmana y otras personas de aspectos muy diferentes llegan a casa, dejan las llaves, patean los zapatos, van al lavabo, se quitan el maquillaje y los piercings, se deshacen el peinado, se quitan la ropa y se ponen el pijama y las zapatillas, y se sientan a ver la televisión junto a la familia/pareja/compañeros de piso. No tendrían música ambiental, sólo los sonidos de sus acciones cotidianas, con cortes muy bruscos entre escena y escena. El eslogan podría ser "Somos más parecidos de lo que crees" y desde luego estaría financiado por el Ministerio de Concordia Social... allá por el 2500 ^^U

...

Aunque tengo clarísimo que la película que desearía llevar a cabo con todo mi ser sería una espectacular superproducción de historia épica situada durante la transición del emirato al califato en al-Andalus (no sé si os habéis dado cuenta, pero mucho Cid y mucha huevada y entretanto nadie ha hecho una película semejante, y no será por falta de material). La película abarcaría varios años, desde el tiempo anterior al nacimiento de Abd-al-Rahman III hasta su subida al poder y su proclamación como califa independiente del gobierno central de Damasco. Se mostraría la inestable situación en la que se encontraba en aquel entonces al-Andalus, con numerosas guerras civiles, revueltas, protestas sociales, desigualdad, exigencias independentistas, la amenaza cristiana del norte y los vikingos atacando los puertos. Se harían menciones a Abd-al-Rahman I, fundador de la dinastía omeya a la que el protagonista pertenece y que escapó de la masacre de su familia a manos de los abbasíes en Damasco, dando tumbos por el Mediterráneo para acabar estableciéndose como emir de al-Andalus; tal vez el joven Abd-al-Rahman se sienta identificado con él o busque en el fundador de su familia un ejemplo a seguir, tal vez no. Necesitaría un actor que fuera tal y como han pintado los cronistas de la época al califa: un hombre recio y ancho, pálido, con pelo teñido de oscuro y ojos azules, y un poco bajito. También tendría que ser un actor capaz de interpretar a un hombre culto, caprichoso, apasionado, valiente, un tanto decadente y lascivo, muy inteligente y buen diplomático, pero al mismo tiempo terriblemente cruel y violento: un gran político que pacificaría al-Ándalus después de siglos de luchas civiles y la llevaría a ser el mayor foco de cultura de Occidente, y al mismo tiempo un monstruo capaz de horrendas atrocidades y atormentado por fantasmas inconfesables.

Sin embargo, la película habría de contar con un buen rosario de personajes interesantes: concubinas de diverso origen, mozárabes, muladíes, judíos, intelectuales, artistas, comerciantes, obreros, embajadores, labriegos, soldados y un largo etcétera que pintarían los distintos colores de la Córdoba medieval. La verdadera protagonista sería la ciudad precalifal y la fotografía, el vestuario, la banda sonora y otros tantos detalles deberían ayudar a que los espectadores se acercaran a la ciudad, la olieran, la tocaran, tuvieran la sensación de estar visitándola, haciendo que la sintieran cercana, dándoles la certeza de que en verdad existió esa Córdoba grandiosa.

Y desde luego lo mejor sería el inicio de la película: comenzaría con un mapa de la península ibérica en la época del emirato, enfocado con un filtro sepia y polvoriento (a lo Gladiator) mientras letras doradas aparecen en la pantalla narrando la situación actual en la ciudad en la que estamos a punto de sumergirnos, enumerando las diversas batallas en las que está sumida Córdoba. "En el año 299 de la Hégira, año 912 de la era cristiana, al-Andalus se halla sumida en el caos... [aquí insertamos una concisa explicación sobre la inestabilidad social, el nacimiento de Abd-al-Rahman y el asesinato de su padre el infante Muhammad por su propio hermanastro al-Mutarrif, su estricta y solitaria infancia dedicado al estudio, las tensiones políticas fruto de la rebeliones tanto musulmanas como cristianas, las intrigas palatinas alrededor de la sucesión, etc etc]. Las gentes de Al-Andalus necesitan algo más que un héroe advenedizo... necesita un líder que las una".

Y ¡zas! inmediatamente el mapa fundiría a negro y la cámara se trasladaría a los campos circundantes a Córdoba, donde algunos labradores y arrieros trabajan; la cámara, moviéndose rápidamente y oscilando como si el portador corriera, atraviesa los campos, cruza el Guadalquivir, recorre los arrabales en un instante y se cuela en la ciudad a través de una de sus puertas principales. La actividad bulliciosa de un día de mercado medieval recibe a los espectadores: comerciantes que gritan, vendedores anunciando sus productos, niños descalzos jugando, nubes irisadas de especias, el brillo de los metales y el cristal, el arcoiris de las telas. De fondo una pieza musical con base de percusión acompañado con cuerdas y vientos (¿alguien me echa una mano para secuestrar a Eduardo Paniagua?) al estilo del opening de la serie "Roma", pero con carácter andalusí. Las mujeres gritan desde las ventanas, la cámara brinca sobre los techos y asalta los patios floridos con fuentes chispeantes; un rabino camina por una tortuosa y concurrida calle; los judíos acuden a la sinagoga y los cristianos a la iglesia, y la cámara atraviesa como una flecha ambas edificaciones siguiendo itinerarios simétricos; un niño salta en un charco en la calle y el agua salta, el viento sopla y trae consigo pétalos sueltos de azahar que se cuelan en el enorme patio de la mezquita, plagado de zapatos de los fieles; el muezzin hace la llamada desde el alminar, los orantes se inclinan sobre las esterillas y la brisa cargada de pétalos blancos y relucientes gotas de rocío asciende por el enjoyado mihrab sobre el Quran; la cámara sigue corriendo y escapa de la mezquita dando vueltas mientras escala por la ciudad: la judería, los baños, los barrios más ricos, la medina; finalmente nuestra vista despega para ir a cruzarse con el sol y deslumbrar a la cámara; hay un fundido en negro y unas grandes letras arabescas en dorado trazan elegantemente el título de la película: Fitna (o tal vez Qurtuba).

(un momento, la autora jadea extasiada)

Ains... Ojalá, ojalá fuera James Cameron.


Vale, ya sé que llevo casi un mes sin dar señales de vida. Si tuviera lectores fieles, estarían agonizando por obtener un pequeño trocito de mí a través de mis actualizaciones, pero como no los tengo, supongo que os estaréis preguntando qué demonios me ha pasado. Nada en realidad, Fallas y un poco bastante de perrería por acabar este post, que por si no os habéis dado cuenta es la leche de largo (cough). No, de momento la editorial no ha dado señales de vida ^^U. Pero yo lo sigo intentando.
Por cierto, ¿creéis que debería ponerle Creative Commons al blog? No me gustaría que apareciera Alejandro Amenábar y me chorizara las ideas. Entraría en modo berserker y no sería bonito.